lunes, 28 de diciembre de 2015

EL CAUTIVERIO II

Aunque no consigo distinguirlas, oigo voces familiares a mi alrededor. No sé cuánto tiempo ha pasado desde que cerré los ojos por última vez, pero por lo menos ya no estoy en esa horrible posición y no siento nada.

Intento abrir los ojos pero los párpados me pesan una barbaridad, aún así hago un sobre esfuerzo para intentar averiguar lo que ocurre a mi alrededor. No puedo hablar y estoy muy atontada, creo que estoy tumbada en una cama y me parece distinguir una silueta enfrente de mí, a la altura de mis pies. Intento por todos los medios forzar la vista pero veo borroso, y la persona que está ahí mirándome va ataviada con una especie de bata grande que no es blanca y me dificulta ver su ropa. Consigo discernir su figura, es una chica alta y delgada y me es muy familiar, creo que podría ser mi amiga Laia de Barcelona o mi amiga Aïda que vive en Tarragona. Quiero acercarme para hablar y preguntarle dónde estoy y porqué estoy allí pero no me puedo mover. Grito suplicando que se acerque a mí pero no me oye y me desespero, la impotencia se apodera de mí.

De repente siento que ya no puedo luchar contra la fuerza que ejercen mis párpados y vuelve de nuevo la oscuridad.


Alguien me despierta y no sé cuánto tiempo llevo durmiendo. 

Frente a mí hay un chico y una chica muy jóvenes, me parecen casi niños. Sus caras están muy cerca de la mía y me están hablando, ambos llevan batas blancas y deduzco que sigo en el mismo hospital en el que me han secuestrado. Tendré que obedecer a todo lo que me digan ya que ellos tienen la sartén por el mango y pueden hacer conmigo lo que quieran. 

Dios mío, creo que me van a matar, están experimentando conmigo y no recuerdo dónde me secuestraron. Tengo miles de preguntas que hacerles pero no puedo hablar, pocas veces me he sentido tan impotente en mi vida y tengo mucho miedo. Voy perdiendo la esperanza de que mi familia y mi marido me puedan encontrar y rescatarme de este lugar en el cual todo parece perfecto y limpio, y en el que las personas que he visto hasta ahora pululando a mi alrededor parecen sacados de una peligrosa secta que elige a sus integrantes muy jóvenes y bellos/as y todos simulan una situación de absoluta normalidad.

Me dicen que me van a lavar los dientes, hablan muy pausadamente pero con un tono alto de voz y vocalizando. Dicen que me van a poner un líquido en la boca que no tengo que tragar, me cepillarán los dientes y a continuación tengo que echar el líquido en una palangana. 

Cuando me introducen el líquido, me piden que abra la boca para cepillarme, pero no aguanto ni dos segundos, empiezo a atragantarme y me lo echo todo por encima. Veo sus caras de desaprobación (¿o preocupación? No sabría decir) y pienso que he metido la pata hasta el fondo, espero no provocar su ira. Llaman a alguien avisando que me tienen que cambiar la ropa y de repente vuelvo a ceder ante la presión que ejercen mis párpados.


Nota: más adelante descubrí que mi atontamiento era debido a la cantidad de droga que me ponían junto al suero y la medicación, que me provocaba alucinaciones como la de la extraña postura en la que estuve los dos primeros días de ingreso. La silueta era mi amiga Aïda y la bata que llevaba era verde, pues todas las personas que entraban a verme tenían que ponérsela antes de entrar, primero en Reanimación y posteriormente también en la UCI.

domingo, 20 de diciembre de 2015

EL CAUTIVERIO


Me despierto y me veo en el medio del pasillo de un hospital, de pie pero completamente doblada, las puntas de mis dedos casi tocan el suelo y me sostengo gracias a una especie de barra de hierro con un pie en la cual tengo mi barriga completamente apoyada. No sé qué hago aquí ni porqué estoy boca abajo, todo esto es muy extraño.
Veo mucha gente pasar, enfermeras y médicos que me miran y van de un lado a otro, todos jóvenes y guapos/as. Les oigo hablar entre ellos pero no sé qué dicen. 

Se va haciendo de noche y yo les pido auxilio porque no me puedo mover, estoy totalmente inmovilizada y no sé porqué pero nadie me hace caso. Me desespero, nadie viene a ayudarme a salir de allí, yo grito pero no me oyen y cada vez hay menos personas que van desapareciendo detrás de una puerta, hasta que se cierne la oscuridad sobre mí.
Me paso en la misma posición dos días y noches enteras, empiezo a pensar que me han secuestrado y me vengo abajo puesto que no conozco a nadie y nadie sabe que estoy allí. ¿Cuándo vendrán a rescatarme? 
Se me agotan las fuerzas, tengo hambre y sed, mi mente se vuelve difusa y estoy como atontada, y no sé cómo pero, finalmente cierro los ojos y consigo descansar.