lunes, 23 de enero de 2017

A LA DUCHA

Llega la hora de la ducha. Hasta ahora me aseaban en la cama entre dos personas, incluso me lavaban el pelo tumbada, y cada vez que me doblaban la rodilla izquierda para darme la vuelta veía las estrellas. 

Ahora en planta las cosas son diferentes. Me hacen ir a una ducha grande en otra habitación destinada para eso. No sé cómo me van a pasar el agua por todo el cuerpo, me han tenido que tapar la cicatriz de la barriga con esparadrapos y cosas varias que no me atrevo a mirar para que no se moje, tengo muchísimo miedo que me toquen lo que queda de brazo y me hagan daño, pues hoy me lo van a destapar por completo para poder lavarlo y estoy atemorizada. Ya no tengo aquel maletín conectado al brazo mediante cables que drenaba la herida.

Ilker es muy valiente y quiere acompañarme a la ducha con las enfermeras, por dentro pienso "¿Cómo va a ser capaz de mirar el muñón y la herida?" le digo que no hace falta que venga, no quiero que pase por ese mal trago pero como siempre no me quiere dejar ni un minuto a solas con mi sufrimiento.

Yo tiemblo (como tiemblo ahora al recordarlo y escribirlo), me desnudan con mucho cuidado y me sientan en un taburete con una toalla encima. Sólo soy capaz de mirar al frente casi sin parpadear, no quiero ver nada, ni el brazo ni la barriga, y lloro. Ilker me coge de la mano para darme ánimos y las enfermeras empiezan a desenvolver todas las gasas y esparadrapos del muñón (odio esta palabra).

La cara de Ilker al ver eso es un poema, no sé cómo puede aguantar este horror. Empiezan a pasarme el agua por todo el cuerpo y me pongo muy tensa cuando llegan al hombro izquierdo, les suplico que no lo hagan pero me prometen que no me harán daño y que es necesario lavar el muñón, que sólo me darán dos toques ahí con la esponja y el jabón que no voy a notar. Van con un cuidado muy especial y de reojo veo sangre en el suelo, me entran náuseas y me mareo un poco pero consigo mantenerme firme. Es cierto que no he sentido nada cuando me han tocado con la esponja, qué raro.
 Me lavan el pelo y termina la tortura. Me llevan hasta la habitación y Anne me seca el pelo con mucho tacto, y después de llorar otra vez al pensar que nunca más podré peinarme mientras me seco el pelo, consigo relajarme. Su tacto siempre es delicado y lleno de amor, esta mujer siempre me reconforta como si fuera mi madre y mucho más.

Ya no tengo alucinaciones, ni me despierto en mitad de la noche pensando que estoy en una cabaña vigilada en medio del bosque por enfermeros y enfermeras que se pasan la noche bebiendo té mientras me tienen en una cama alta hecha de troncos de madera, o en casa de aquella enfermera un poco bruta de la UCI que tiene la habitación llena de maniquíes humanos que me dan pánico, o que estoy puesta al revés en la cama y cuando despierto intento poner la cabeza donde los pies. Se han acabado las drogas por fin aunque sigo tomando medicación. Ahora toca enfrontar la dura realidad, y poco a poco ir saliendo de esta burbuja que han construido a mi alrededor para que no me entere de nada, será un proceso largo y costoso y voy a necesitar a todo el mundo a mi lado. Por primera vez en mis 31 años de vida me he vuelto completamente dependiente de los demás, pero tengo la gran suerte de contar con muchas personas, especialmente con mi familia y la de Ilker, y sé que eso me ayudará.

Intentaré ser fuerte aunque sea sólo por ellos, por no verles sufrir de esta manera, porque cuando me ven sonreír ellos se ponen muy contentos y cuando me ven llorar a veces se hunden más que yo.






Nota: Un tiempo después de esta sesión de ducha, Ilker me confesó que cuando vio el muñón en carne viva estuvo a punto de desmayarse pero una de las enfermeras se dio cuenta y le agarró de la mano para que se mantuviese fuerte, y lo hizo.

4 comentarios:

  1. Hola Mireia. Tu vuelta al blog es la vuelta a unos recuerdos que aún me hacen saltar las lágrimas,vivencias tan fuertes que yo no puedo explicar como lo haces tu pero eran al final de todo llenas de gran esperanza y esta se ha transformado en maravillosa realidad.Estoy súper contento. Gracias por tu enorme corage. Te quiero

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    1. Moltes gràcies papa, vosaltres vau viure amb mi tot el procés de ben a prop, dia rere dia. T'estimo molt!

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  2. Mireia, me has emocionado. Decir que me encanta como escribes, te deseo lo mejor, te lo mereces.

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